martes, 30 de octubre de 2012

EL GUARRO DE LA BAÑA DE BARRO "COLORAO"


Sábado 26 de Octubre, a las tres de la tarde y después de comer consulto por Internet como van a estar los vientos durante la tarde-noche. La luna está a punto y aunque exista la posibilidad de que las nubes oscurezcan la noche nadie me deja en casa este día así que preparo los archiperres, me despido de mi mujer y del chiquitin (6 años) al que le encanta el campo y sólo me llevo cuando voy a preparar los comederos y ver la cam. Me da uno de sus coches preferidos para que me lo lleve de amuleto y me dé suerte. Llamo a mi compañero de aguardos Manuel y quedamos como de costumbre a las cinco en el campo para comprobar, desde lejos y con prismáticos, como están los puntos donde están tanto los comederos como las bañas más querenciosas. Estos días atrás ha llovido un poco por estas tierras, mientras que en el resto de España había inundaciones, lo justo para medio-llenar alguna de las bañas preferidas de los guarros. A las cinco o´clock llego a la casa y nos vamos a ver las posturas y las cam´s, a ver que han hecho en estos cinco días.

Donde tengo ahora mi cam es una baña que se secó a finales de Julio y, aunque la baña cogió agua en esta semana, no estaba tomada. Y el comedero aún con las piedras sobre el bidón para que los puñeteros borregos no me la dejen seca, las almendras intactas y al comprobarla, sólo rabilargos, algunos conejos y una cierva jovencita que parecía despistada. Con estas perspectivas lo tenía claro, cualquier sitio menos ese.
Vamos a ver la cam de mi compañero que está en un comedero y salvo varios conejos, un pequeño guarro y un bonito gato montés no había entrado nada en cinco días. El guarro ni se acercó a las almendras, le dio dos vueltas al bidón y se marchó sin probar el maíz.

Después de ver todo lo disponible, para ponernos esa noche, me comentó mi compañero que días antes había detectado unos rastros que bajaban del cabezo y tenía ganas ponerse en una trocha junto al cabezo del que salen por la noche los guarros para ir a la dehesa y rebuscar las bellotas que ya hay por el suelo. A mí el sitio que más me gustaba estaba a unos doscientos metros, también en la falda del cabezo, a una baña muy querenciosa para los guarros pero que el otro compañero de aguardos tenía y había dejado porque los borregos lo habían aburrido y arruinado con el maíz. Nos había dicho que si nos queríamos poner allí que sin problemas, menudo sofocón se llevó cuando se enteró del desenlace de la espera en “su baña abandonada”. Allí ha abatido este año dos guarros medianos, ninguno digno de una tablilla aunque había fotografiado su cam a uno decente pero muy separado en el tiempo. No obstante la baña es los suficientemente amplia para dejar zonas donde la cam no detecta pero si la vista (rastros), (80m.x20m.)…Pues ni eso quise hacer yo, no me atrevía a patear los alrededores de la baña por no dejar mi rastro una hora antes de ponerme. Así que a la aventura.

Son las siete de la tarde, parece que hay algunas nubes pero no hay peligro de lluvia, el viento está del norte rolando a oeste, ideal para nuestras posturas pues están mirando a ese cabezo de donde, se supone, vendrán los guarros. Dejamos los coches en la casa y partimos andando pues los puestos están, el primero a unos trescientos metros de la casa  donde me pondré yo, y el segundo a unos quinientos metros, donde se pondrá mi compañero de esperas. Mientras vamos andando por el carril que nos conduce a los puestos. Quedamos en la hora de recogida y si escuchamos algún disparo el uno del otro nos mandamos un msn por si necesitamos ayuda pero como muy tarde a las doce en la casa, salvo si intuimos que hay guarros cerca ya que no tenemos controladas horas de comida de guarros en los comederos y para salir de la mancha no van a tardar mucho tiempo por muy lejos que estén encamados.

El primer puesto es el mío al ser el más cercano a la casa, la baña siempre me ha gustado mucho por su ubicación y tipo de barro que tiene (rojizo) lo peor de todo son los jodidos molinos de viento que tanto han puesto por estas zonas del Andévalo Onubense pues con su ruido hacen muy difícil apreciar los sonidos de la noche con total perfección aunque están en la cumbre del cabezo y son sólo tres. Menuda lían cuando hay mucho viento, menos mal que el viento es suave pero constante. De todas formas pienso que hay ya muchos charcos para que se puedan bañar por las recientes lluvias pero tenía ganas de ponerme allí desde hace tiempo y así, de camino, controlar la entrada de patos por la tarde-noche y, en breve, hacer una tiradita de patos que me fascina. Con los prismáticos iba a disfrutar con las vistas de todo el cabezo ya que este se vería muy bien con la luna llena. Empieza a oscurecer y yo a despertar todos mis instintos, desconecto y centro mis sentidos, oír los ruidos, chequear mata por mata, etc.

Las mirlas con sus cantos delatan el movimiento de reses en el cabezo pero no hay nada a la vista…En el cielo empiezan a brillar algunas estrellas, la temperatura ideal (12-15 ºC), llevo el polar puesto por si refresca algo más y unos buenos pantalones. En definitiva, cómodo, a gusto y feliz como una lombriz. A las ocho y media, más o menos, me sobresalto de un disparo que efectúa mi compañero e inmediatamente pienso…ya lo abatió, la madre que lo parió que suerte tiene. Nada, a esperar su sms. Mientras, escucho ruido por mi derecha entrando desde atrás (entre él y yo), cojo los prismáticos y veo a un venado con ocho puntas cruzar dirección al monte al trote, lo sigo hasta que se introduce entre las altas jaras y se deja de oír. Mi compañero no me ha mandado todavía ningún sms. A los diez o quince minutos escucho otra vez ruido pero por detrás de mí constante y de repente una luz….mi compañero con su linterna venía fareándome para que lo viese. Menudo susto me dio el jodio.

Se puso conmigo para contarme que había visto bajar varios guarros y cuando los tenía a tiro, con su escopeta de cartuchos le largó un tiro que por lo visto erró y decidió quitarse y venirse conmigo a llorar sus penas. Allí se sentó a mi izquierda en su sillón y se echó una mantita que siempre lleva con él, seguíamos hablando, muy bajito claro está, pues aunque no tenía esperanzas de ver nada el comportamiento debe ser medianamente correcto o sino mejor quedarse a ver la tele en casa. Hablábamos de mañana ir a ver donde había tirado para comprobar el tiro por si las moscas cuando escucho algo en la baña, miro y a unos cincuenta metros en la otra punta de la baña veo algo tumbado y moviéndose. La luz de la luna, a las nueve y medía de noche, ya estaba cogiendo altura y colaba sus potentes rayos entre algunas nubecillas que adornaban la que sería “una gran noche”. Cojo los prismáticos y veo a un guarro totalmente entregado en su baño. Ni lo vimos entrar, ni lo escuchamos y es evidente que él tampoco nos escucho, ni se asustó del farear de mi compañero y menos de su disparo una hora antes. El guarro bajó del cabezo y se fue escurriendo hasta su barro preferido. Dejo que se bañe y mientras sustituyo los prismáticos por el rifle, me apoyo en la rodilla y a esperar que se levantase. Le calculaba unos cincuenta kilos más o menos y boca no le veía pero mi intuición, después de verlo bañarse durante cinco larguísimos minutos y sin compañía alguna, me decía que era un navajerete. Se levanta, se sacude y cuando voy a cuadrarlo en la cruz otra vez se tira de cabeza al barro y yo cada vez más nervioso, mientras mi compañero alucinado y con los dedos en los oídos para prevenirse del disparo. De repente, se levanta y se queda totalmente atravesado, lo cuadro en la cruz, meto foco para verlo mejor, valorarlo y, joder no encendí la retícula…que hago…no puedo apagar foco, volver a repetir la secuencia…no….se ve la cruz perfecta…disparo. Salta y sale corriendo dirección buscando el cabezo. Al verlo saltar es cuando vimos que era más grande de lo que habíamos valorado pero bueno había que ir al tiro. Afortunadamente tengo un buen visor (Z6i 1,7X10) y sin encender la retícula iluminada en modo noche se ve bastante bien la cruz y al guarro, claro está. También me ayudó la luna, como no agradecérselo.

Fuimos al tiro, vimos la arrancada y sus pisadas delataban las buenas características del guarro que había tirado. También tenía la seguridad de que aunque algo trasero el tiro iba bien colocado y cuando metro esa cruz a algún guarro difícil es que se escape y menos parado. Por regla general y más en zonas con mucha jara no pisteo por la noche así que nos fuimos a la casa a preparar la chimenea y comer algo. Mientras íbamos a la casa me decía en voz baja, mira que no haberlo dejado en el sitio. Cincuenta metros, parado y sin moverse al encenderle el foco. Esa frasecita me la repetía toda la noche. De todas formas mi otro yo me decía que tenía que confiar en mi saber hacer en esos momentos, el haber esperado a que se bañase a gusto, el esperar que se cuadrase, el haber tomado la decisión sin dudar de disparar sin la luz de la retícula, todo eso debería tener su premio.

Nada más amanecer fuimos primero a ver mi tiro y el posible rastro. Llegados a la baña comprobamos el tamaño de dicho animal por la hendidura típica, vimos su arrancada y busqué, en ese mismo lugar, si el tiro había impactado en el suelo ya que desde el puesto debería haberse enterrado un metro por encima de la baña aproximadamente al estar esta en forma de talud. Allí no había señal alguna de impacto de bala, buena señal, pero tampoco había sangre y sí muchísimo barro. Afortunadamente el guarro dejó entre las jaras y piedras un rastro bueno de barro y del tamaño que iba marcando en el terreno aún blando y en las jaras que iba apartando a su paso….A los veinte metros, la primera gota de sangre y la alegría contenida de saber que estaba tocado…más sangre, unas jaras tronchadas….ya, a los treinta metros, dejaba unos buenos chorreones, un revolcón, más sangre y cuando de repente lo primero que veo son sus testículos, me echo la mano a la gorra…me acerco y grito…aquí está y menudo aparato…tiro la gorra por los aires y me acerco a él con una alegría difícil de plasmar en letras…Estaba totalmente lleno de barro pero su cuerpo y sus defensas daban fe de su categoría que no supe ni pude valorar exactamente en su momento. Allí lo preparamos un poco para hacer una fotografía en el lugar donde cayó abatido, lo montamos en el coche y a la casa para asearlo un poco y hacernos unas buenas fotografías con él. Le limpiamos los hocicos de sangre, parte de la cara de barro y algo del pecho pero había que dejarlo con “su barro colorao”. Abrirle la boca costó mucho pero si es verdad que mereció la pena inmortalizarlo enseñando esas defensas que lo caracterizan y que lo hacen tan espectacular.

Sin duda alguna ha sido uno de los momentos más emocionantes de mi vida en los aguardos nocturnos y un honor el haber abatido a este magnífico jabalí el cual tiene ya un lugar en mis recuerdos inolvidables.


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